domingo, 12 de agosto de 2007

Democracia.

La democracia contemporánea: evolución del concepto


Reflexiones sobre la Democracia y los Procesos de Democratización en América LatinaAlicia Iriarte, Mariana Vazquez y Claudia A. Bernazza[Este trabajo consta de cinco partes. Pueden encontrarse las partes 2 a 5 en http://www.revistafuturos.info/futuros_4/democra_ciuda_1.htm]
1.1. La democracia contemporánea: evolución del conceptoLa discusión sobre la definición acerca de la democracia está atravesada por diferentes debates. Desde los antiguos griegos hasta Rousseau, se pensaba a la democracia como democracia directa, en la cual los ciudadanos ejercen el derecho a la participación en la toma de decisiones sin intermediación. La democracia se asocia desde entonces con soberanía popular, voluntad general e interés común. Esta concepción tradicional de la democracia se articula en torno al protagonismo central del pueblo concebido como soberano, como un todo homogéneo y capaz de producir una voluntad colectiva. Los protagonistas de este tipo de democracias son los sujetos, capaces de identificar aquello que constituye el bien común. Estas concepciones fueron elaboradas para sociedades simples y apenas industrializadas.Pero con la aparición de sociedades más complejas, de masa, con mayor diferenciación, la democracia directa presenta una imposibilidad objetiva. Por tanto, el proceso de surgimiento de estas nuevas sociedades fue acompañado por modificaciones en la teoría de la democracia, en la que se incorporarán los mecanismos de la representación y la dimensión vertical, esto es, la constitución de autoridad. La democracia empieza a ser pensada como representativa frente a la imposibilidad del autogobierno. En el concepto de democracia moderna1 -a diferencia de los antiguos- se incorpora el tema de la división entre la titularidad y el ejercicio del poder, el principio de la mayoría, el constitucionalismo y la representación política. Se habla entonces de democracia representativa, régimen que acompaña la conformación de un Estado liberal-consitucional. Si bien el término liberalismo y su derivado liberal, son de cuño relativamente reciente, autores como Locke, Montesquieu, Madison, Hamilton, Constant, pasando por Tocqueville y Stuart Mill, podrían considerarsee liberales en tanto han hablado de un Estado controlado, liberal, constitucional. Tocqueville, por su parte, adiciona el concepto de democracia social al incorporar la idea igualdad, del ethos igualitario. Equipara libertad e igualdad: con la democratización se supone una sociedad cuyo ethos implica que sus miembros son socialmente iguales, es decir una sociedad caracterizada por la igualdad de condiciones.Si bien existen diversos matices, según el tratamiento que de este tema hacen diferentes autores, podríamos decir que la concepción moderna de democracia, la democracia liberal, hace referencia a un sistema político basado en el poder popular en el sentido que la titularidad del poder pertenece al demos, mientras que el ejercicio es confiado a representantes periódicamente elegidos por el pueblo. Por consiguiente, el ejercicio el poder popular se resuelve en gran medida en el poder electoral. Por otra parte, la teoría clásica de la democracia liberal presupone que la existencia de un mercado y de libertades individuales en el aspecto económico es condición para que exista democracia política; esto es, que exista un país y un mercado con fronteras.Para esta tradición democrática liberal, el individuo es un sujeto fundante. En su calidad de ciudadano, es un sujeto político que hace conocer su voluntad para que esta sea parte de la voluntad gobernante. Al menos, delibera con el resto de los individuos en igualdad de condiciones para lograr decisiones legítimas (Held, 1990). Esta tensión entre el individuo y "los otros", hacen de la democracia un cuerpo bicéfalo que contiene en sí misma las libertades del individuo y la soberanía de un pueblo como un todo, aún cuando esto signifique resignar libertades –y por lo tanto intereses- individuales en pos del bien común (Strasser, 2000). Libertad/ igualdad, individuo/ comunidad, ciudadano/ Estado: en la tensión entre estos polos se dirime la historia contemporánea de la democracia2.A lo largo de esta historia, varios son los modelos de democracia discutidos a partir de la conformación de sociedades complejas, de masas, con economía de mercado, donde la democracia debe ser pensada en su forma representativa. Nos referiremos brevemente a algunos de estos modelos, aquellos que han primado en el debate contemporáneo: el modelo competitivo elitista, el modelo pluralista y la democracia participativa.Schumpeter define a la democracia como "un método para llegar a decisiones políticas, en el que los individuos adquieren el poder de decidir por medio de una lucha de competencias por el voto del pueblo" (Schumpeter, 1964). La democracia se reduce, entonces, a un método electivo mediante el cual el pueblo elige un gobierno, eligiendo un líder. Schumpeter colocará el acento en los líderes –inversamente a la teoría clásica que lo pone en el pueblo- que se proponen y compiten por el libre voto. El pueblo deja de existir como un conjunto de ciudadanos racionales, interesados en la cosa pública; ahora está compuesto por personas que sólo son racionales en los asuntos en los que tienen responsabilidad directa. La esfera de la política está alejada de sus responsabilidades directas y en ésta actuarán irracionalmente con excepción de los líderes, quienes son los actores racionales. El votante no es un maximizador de beneficios ni un votante racional sino un consumidor irracional, manipulado por la propaganda. Es el liderazgo el que despierta, organiza y estimula a los grupos y sus intereses. La democracia, según esta perspectiva, queda reducida a la competencia por el liderazgo, donde los líderes se constituyen en el nuevo eje del proceso político. Los representados, salvo cuando tienen la posibilidad de votar, no cuentan con otra instancia de participación. Su conocida definición señala que "el método democrático es aquel mecanismo institucional para llegar a decisiones políticas en las que algunas personas adquieren el poder de decidir mediante una lucha competitiva por el voto popular".Robert Dahl3 es el autor más representativo de la teoría pluralista de la democracia. Postula que la democracia es un ideal imposible de realizar en la práctica, por lo que debemos descartar el término de democracias "reales". Lo que existe son "prácticas reales" o "poliarquías", es decir, combinaciones de liderazgos con control de los no líderes sobre los líderes, regímenes cuyos actos presentan una correspondencia con los deseos de muchos de sus ciudadanos durante un largo período de tiempo. El término poliarquía incluye a una gran variedad de organizaciones que, difiriendo entre sí, será llamadas comúnmente democracias. Algunas de sus características son: 1) que el control de las decisiones gubernamentales sobre las medidas oficiales le corresponde a funcionarios electos; 2) los funcionarios electos son elegidos y luego sustituidos por elecciones libres relativamente frecuentes; 3) en esas elecciones tienen derecho a votar prácticamente todos los adultos; 4) también tienen derecho a ocupar cargos presentándose como candidatos; 5) los ciudadanos gozan del derecho de libertad de expresión; 6) tienen acceso a diversas fuentes de información; 7) tienen derecho a formar asociaciones políticas que procuran influir en el gobierno rivalizando en las elecciones.Las poliarquías se dan en sociedades pluralistas, lo que presupone el reconocimiento de la dispersión en el poder, la presencia de ciudadanos con distintos intereses con posibilidad de agruparse libremente, la existencia de grupos de interés libres, competitivos. Los protagonistas, en este caso, más que los líderes son los grupos de interés, donde los no líderes controlan a los líderes.Una tercera visión la constituyen los teóricos que, críticos del elitismo y el realismo político, ponen el acento en la participación como valor central capaz de contrarrestar la tendencia "oligárquica" del sistema político. Bachrach, Macpherson y Pateman afirman que la poca participación y la desigualdad social están íntimamente unidas: para que haya una sociedad más equitativa es necesario un sistema político más participativo. Rescatan la dimensión de la democracia que hace referencia a la participación de los ciudadanos en el proceso de toma de decisiones. La democracia no sería entonces sólo un método: posee una dimensión ética, implica una dimensión amplia de lo político que abarca no sólo las instituciones representativas gubernamentales sino aquellos espacios en los que se toman decisiones que afectan los valores sociales. A juicio de Macpherson, por ejemplo, la democracia participativa puede ser calificada como un sistema piramidal, con la democracia directa en la base y la democracia delegada en los niveles por encima de ella (Macpherson, 1991). Notas1 El tema de la concepción de democracia ha sido abordado por numerosos autores, entre ellos, es interesante el tratamiento que sobre la teoría de la democracia realiza Giovanni Sartori en Teoría de la democracia. El debate contemporáneo, Ed. Rei, Bs,As, 19872 El mismo concepto de Estado democrático es cara visible de esta tensión. La democracia pareciera un concepto encadenado a un estado de cosas inamovible y restrictivo de las libertades; pero al mismo tiempo, sin cierto estado de cosas, parece ser que se refuerza el conocido problema de que "algunos son más libres que otros" (Strasser, 2000).3 Rober Dahl expone su pensamiento en varios trabajos, entre ellos, La poliarquía, Participación y oposición, Ed. REI, BsAS, 1989, La democracia y sus críticos, Ed. PAIDOS, BS AS, 1991, Un prefacio a la teoría democrática, Ediciones Gernika, México 1987.[Sobre las autoras:
click aquí.]
MESOGRAFÍA

Autoritarismo


AUTORITARISMO


I. Autoridad y autoritarismo

Por autoritarismo se entiende, en general, una autoridad opresiva que aplasta la libertad e impide la crítica.

El concepto de autoridad, así como los conceptos afines a los que se asocia frecuentemente –poder, influencia, liderazgo– se emplea en diversos sentidos en el campo de la filosofía política y de las ciencias sociales. Tal diversidad se debe, en parte, a la ubicuidad del fenómeno. Desde el punto de vista de su origen, el término autoridad es una vieja palabra latina (auctoritas, sinónimo de poder legítimo y no de fuerza coactiva) unida al verbo augere, aumentar, y no ha sido un término peyorativo, contrariamente al vocablo autoritarismo, utilizado hoy en forma despectiva1.

En el campo político, el adjetivo “autoritario” y el sustantivo “autoritarismo” que deriva de él se emplean en tres contextos: la estructura de los sistemas políticos, las disposiciones psicológicas relacionadas con el poder y las ideologías políticas. En la tipología de los sistemas políticos, se suele llamar autoritarios a los regímenes que privilegian el aspecto del mando y menosprecian el consenso. En sentido psicológico, se habla de personalidad autoritaria para indicar un tipo de personalidad centrada en la disposición a la obediencia ciega a los superiores y al trato arrogante con los inferiores jerárquicos o a los que están privados de poder. En cuanto a las ideologías autoritarias, son aquellas que niegan de manera decidida la igualdad entre los hombres, hacen énfasis en el principio jerárquico y exaltan a menudo algunos elementos de la personalidad autoritaria como si fueran virtudes. Desde el punto de vista de los valores democráticos, el autoritarismo es una manifestación degenerativa de la autoridad, mientras que desde el punto de vista de una orientación autoritaria, el igualitarismo democrático es el que no es capaz de producir la “verdadera” autoridad.2

El término autoritarismo surgió después de la Primera Guerra Mundial y es uno de los conceptos que como el de dictadura y totalitarismo se han utilizado en oposición al de democracia. Sin embargo, los confines de dichos conceptos son poco claros y a menudo inestables en relación con los diversos contextos. Con respecto a los regímenes políticos, el vocablo autoritarismo se utiliza con dos significados: el primero comprende los sistemas no democráticos, incluyendo los totalitarismos; el segundo, más específico, se antepone al totalitarismo y comprende los sistemas no democráticos caracterizados por un bajo grado de movilización y de penetración de la sociedad. Este último significado se vincula, en parte, a la noción de ideología autoritaria.

La aplicación más amplia del significado de autoritarismo se encuentra en los estudios sobre la personalidad y las actitudes autoritarias. El autoritarismo como ideología enfatiza que la autoridad debería reconocerse y ejercerse mediante la fuerza y la coacción3. Esta actitud ha preocupado a los científicos sociales que han abordado el problema intentando encontrar un fundamento o explicación en los individuos. Autores como Fromm, Erikson y Reich se preocuparon por el tema. En concreto, el primero plantea que es en la ambivalencia respecto a la libertad y el deseo, a menudo inconsciente, de escapar a las cargas que conllevan, donde radica la susceptibilidad del individuo a la propaganda totalitaria; el “miedo a la libertad” se convierte en el fundamento del individuo autoritario.

En el campo de la psicología el texto fundamental sigue siendo la investigación de Adorno, Frenkel- Brunnswick, Levinson y Sandford4 quienes, después de la Segunda Guerra Mundial, focalizaron su atención en la personalidad autoritaria, desarrollando un punto de vista que se ha convertido en la piedra angular de las relaciones entre personalidad y política.

Se ha asociado el autoritarismo al conservadurismo pero autores como Kreml5 han establecido que no todos aquellos que poseen creencias conservadoras han de ser necesariamente autoritarios desde un punto de vista del comportamiento.

Desde la perspectiva sociológica, el enfoque eminentemente psicoanalítico de Adorno y sus colaboradores ha sido fuertemente criticado con base en el argumento de que una interpretación más completa del tipo de la personalidad autoritaria requiere una consideración exhaustiva del ambiente social, de las distintas situaciones y de los diversos grupos que pueden influir en la personalidad, ya que muchos factores de la personalidad pueden no ser más que efecto de condiciones sociales específicas. En otros términos, los rasgos de la personalidad autoritaria se relacionan también con determinadas concepciones de la realidad que predominan en ciertas culturas o subculturas que son interiorizadas por el individuo a través del proceso de socialización y que corresponden a las condiciones de vida en dicho ambiente social.

Desde la perspectiva sociológica se destaca la tesis del “autoritarismo de la clase trabajadora” de Seymour M. Lipset, quien no niega la existencia de tendencias autoritarias en las clases altas y medias pero sostiene que en la sociedad moderna las clases más bajas, por las condiciones en que se desenvuelven, relativamente marginadas de las decisiones importantes, se han convertido en la mayor reserva de actitudes autoritarias, de comportamientos que se refieren a una disposición psicológica autoritaria.6

El problema del orden es un problema general de cualquier sistema político y como tal no es monopolio del pensamiento autoritario. De hecho, toda estructura social se mantiene en virtud de la operación de controles sociales, es decir, por la existencia de normas y pautas institucionales que rigen la interacción de los individuos y los grupos. Dichos controles permiten la aceptación de las diferencias jerárquicas y operan tanto más intensamente cuanto más empinada es la estratificación social. Sin embargo, el pensamiento autoritario no se limita a propugnar una organización jerárquica de la sociedad sino que convierte a dicha organización en el principio político exclusivo para conseguir el orden. Las doctrinas autoritarias descansan en el principio de la desigualdad y elevan el problema del orden al pináculo de los valores políticos. Para la doctrina autoritaria, la organización jerárquica de la sociedad encuentra su propia justificación en sí misma y su validez es perenne.

El pensamiento autoritario moderno surgió como una reacción contra la ideología liberal y democrática y su expresión más clara y coherente fue la doctrina contrarrevolucionaria de Maistre y de Bonald quienes contrapusieron al racionalismo ilustrado un irracionalismo radical, a la idea de progreso la de la tradición y a la tesis de la soberanía popular la de que todo poder viene de Dios. Más tarde, con el avance de la sociedad industrial y urbana, el autoritarismo ha tratado de responder a la problemática socialista y ha buscado justificaciones en épocas de crisis o en situaciones de extremo subdesarrollo y de deficiente cultura cívica.

II. Regímenes autoritarios

En un sentido muy general se habla de regímenes autoritarios para indicar toda clase de regímenes antidemocráticos, pero en la clasificación de los regímenes políticos contemporáneos el concepto de autoritarismo se reserva a un tipo particular de sistema antidemocrático. En este sentido, se distingue entre autoritarismo y totalitarismo.

Juan Linz, quien es uno de los autores que más ha contribuido a precisar la distinción entre autoritarismo y totalitarismo en los sistemas políticos contemporáneos ha propuesto la siguiente definición: “Los regímenes autoritarios son sistemas políticos con un pluralismo político limitado y no responsable; sin una ideología elaborada y propulsiva (sino con las mentalidades características); sin una movilización política intensa o vasta (excepto en algunos momentos de su desarrollo), y en los que un jefe (o tal vez un pequeño grupo) ejerce el poder dentro de límites que formalmente están mal definidos pero que de hecho son fácilmente previsibles”7. De esta definición se desprende que los regímenes autoritarios se desarrollan en contextos en los cuales corre una marcada línea divisoria entre el Estado y la sociedad.

Como lo anota Stoppino8, se ha argumentado que el grado relativamente moderado de penetración en el contexto social de los regímenes autoritarios corre en paralelo con el atraso más o menos marcado de la estructura económica y social. Pero también se ha destacado que, en este contexto, la élite gubernamental puede desempeñar dos papeles distintos: puede reforzar el modesto grado de penetración del sistema político, eligiendo deliberadamente una política de movilización limitada, o bien, puede elegir una política de movilización acentuada que encuentra sus límites en las condiciones del entorno. Con base en el distinto modo de responder a las circunstancias, Almond y Powell distinguen, en el ámbito de los regímenes autoritarios, entre regímenes autoritarios de tipo conservador, regímenes autoritarios en vías de modernización y regímenes autoritarios premovilizados. Los primeros surgen en sistemas políticos tradicionales afectados por una parcial modernización y tienden a limitar la destrucción del orden tradicional recurriendo a algunas técnicas modernas de organización del poder como la propaganda. Los regímenes autoritarios en vías de modernización surgen en sociedades que se caracterizan por una modernización débil y obstaculizada por graves estrangulamientos sociales que tienden a reforzar el poder político para superar los cuellos de botella. Las dificultades que encuentra la élite gobernante son mayores en los regímenes autoritarios premovilizados, ya que el ambiente que los caracteriza corresponde al de una sociedad casi enteramente tradicional, tanto por la estructura social como por la cultura política.9

Juan Linz, quien ha propuesto una tipología de los regímenes autoritarios contemporáneos más minuciosa que la de Almond y Powell, distingue cinco formas principales y dos secundarias. En primer lugar, los regímenes autoritarios burocrático militares, caracterizados por una coalición guiada por oficiales y burócratas y por un bajo nivel de participación política. A menudo dicho régimen se apoya en un partido único; a veces, tolera cierto pluralismo partidista pero sin competencias libres. Según Linz, se trata del tipo de autoritarismo más difundido en el siglo XX, particularmente en América Latina. En segundo lugar, los regímenes autoritarios de estatalismo orgánico que se caracterizan por un ordenamiento jerárquico de una pluralidad de grupos que representan diversos intereses y categorías económicas y sociales de carácter corporativo. El ejemplo típico de este tipo de régimen es el Estado Nôvo portugués. El tercer tipo es el régimen autoritario de movilización en países posdemocráticos el cual se distingue por un grado relativamente alto de movilización política basada en un partido único y un grado relativamente bajo de pluralismo político consentido. Corresponden a este tipo la mayor parte de los regímenes fascistas. En cuarto lugar, los regímenes autoritarios de movilización posindependencia que son el resultado de la lucha anticolonial, especialmente difundidos en el continente africano. La quinta forma principal de régimen autoritario corresponde a los regímenes autoritarios postotalitarios representados por los países comunistas después del proceso de desestalinización. A los cinco tipos mencionados, Linz añade el caso del totalitarismo imperfecto, que constituye por lo común una fase transitoria de un sistema político detenido y que tiende a transformarse en algún otro tipo de régimen autoritario, y el régimen de la llamada democracia racial en la que un grupo racial que se gobierna en su seno con un sistema democrático ejerce, sin embargo, un dominio autoritario sobre otro grupo racial que representa la mayoría de la población.10

Los regímenes autoritarios son opresivos y se ha argumentado que la represión es típica de países de escaso desarrollo y que con el crecimiento económico se hace más posible la democracia.11 Sin embargo, la experiencia histórica latinoamericana - y de otros lados del mundo- parece señalar algunas tendencias opuestas, según las cuales ciertos incrementos de desarrollo económico más bien agudizan las tensiones, pues aumentan las aspiraciones más que las gratificaciones económicas, con el consecuente incremento de la predisposición a la violencia o a la represión. Inciden en esta posibilidad el tipo dominante de liderazgo político, la cultura política y el grado de concentración del poder. Es así como, por ejemplo, las estructuras de tipo caudillista son proclives al autoritarismo, por cuanto en ellas los liderazgos intermedios son, en general, muy débiles y actúan más como eslabones de comando que como partícipes en una dirección asociada, colectiva. El autoritarismo, en suma, se asocia a la concentración y la centralización del poder y de los controles sociales. Cuando los mecanismos de control social se centralizan geográficamente, se reprimen las formas organizativas independientes y predomina el Ejecutivo sobre un Legislativo débil o inexistente, el autoritarismo adopta su máximo valor, denominado cesarismo.

III. El autoritarismo en América Latina

El poder centralizador y generador de consensos forzados está presente en todas las experiencias históricas de construcción de nacionalidad y de proyectos de crecimiento económico. No obstante, el autoritarismo puede ser tanto el resultado de gobiernos arbitrarios que gobiernan por la fuerza, sin restricciones institucionales o legales, como el resultado de gobiernos débiles, incapaces de mantener el orden y la ley y de desempeñar las funciones reguladoras que exige la economía.

En muchos países, particularmente en los latinoamericanos, la gran heterogeneidad de sus respectivas estructuras sociales y la no correspondencia entre sus diferentes requisitos de reproducción han producido un déficit de hegemonía o, si se prefiere, una ausencia de objetivos nacionales suficientemente integradores, cubierto o compensado por tendencias autoritarias. De hecho, la centralidad del Estado en los países periféricos o semiperiféricos se diferencia de la de los Estados de los países centrales por ser más autoritaria y menos hegemónica, lo que le confiere a la forma de poder del Estado marcadas peculiaridades como el clientelismo, el nepotismo y la corrupción que, al contrario de lo que pasa en los países centrales, no corresponden a influencias ejercidas sobre el Estado y su acción sino a la configuración interna del propio poder de Estado.

En países en desarrollo se da a menudo una combinación explosiva: la combinación de una apreciable capacidad de ejercer presión desde los más diversos sectores, escasez relativa de recursos y pocos criterios de legitimidad acerca de las formas de realizar la repartición de los ingresos. Dicha situación conduce a situaciones de ingobernabilidad democrática y a un incremento de tendencias autoritarias que en ocasiones, tal es el caso de América Latina, hacen eco a una historia marcada por la existencia de caudillos regionales y militares, destructores de la unidad nacional. Estas formas de autoritarismo han estado asociadas en América Latina a sociedades en las que predomina la hacienda y la economía de exportación minera o agraria.

Distinto es el tipo de autoritarismo que se desarrolla en contextos de cambio social acelerado. Guillermo O’Donnell ha estudiado la proliferación de regímenes autoritarios en América Latina, justamente en aquellos países más avanzados en el proceso de industrialización. De acuerdo con O’Donnell, en condiciones de alta modernización y aún no profundizada industrialización, es muy difícil que se mantenga un régimen democrático, por las presiones de lo que Huntington ha llamado el pretorianismo de masas.12 De acuerdo con el planteamiento de O’Donnell, ante la acción política proveniente de sectores populares, los sectores empresariales y tecnocráticos demandan una solución autoritaria. Dicha actitud, acompañada por los militares, resultaría de dos componentes: en primer lugar, del convencimiento de que el autoritarismo es necesario para alinderar a los múltiples demandantes de prebendas, incluidos los sindicalistas y, en segundo lugar, la percepción de que la continuada activación política popular representa una amenaza para el orden social dominante.13 Dichos regímenes burocrático militares que caracterizaron al Cono Sur de América en los años 60 y 70 son diferentes de las viejas formas de dominación del caudillo, ya fuera civil o militar. En ellos, las fuerzas armadas no se tomaron el poder para mantener en él a un dictador sino para reorganizar la nación de acuerdo con la ideología de la “seguridad nacional” de la doctrina militar propia de la guerra fría.

Los regímenes burocrático militares organizaron y centralizaron las relaciones de poder a favor del ejecutivo con base en una racionalidad que exigía el reforzamiento de un cuerpo burocrático de técnicos, especialmente en el campo económico, y expresaba la voluntad política de las fuerzas armadas como institución. En este marco, las vinculaciones entre el régimen burocrático autoritario y la sociedad civil se logran mediante la cooptación de individuos e intereses privados en el sistema.14

En el umbral del siglo XXI, la generalización del modelo de partido “atrapa todo” y el debilitamiento de las identidades partidistas se han traducido en un creciente pragmatismo de las actividades partidistas lo que ha abierto las puertas a juicios, evaluaciones y actividades de corto plazo, cada vez más concentrados en jefes o dirigentes carismáticos y, con ellos, a expresiones autoritarias de nuevo cuño que se apoyan en el manejo de la imagen y los medios de comunicación masiva.


Vocablos de referencia:

Democracia
Ideología política
Liderazgo político
Poder
Totalitarismo

Bibliografía:

Almond, G.A., y Powell G.B.: Política Comparada, Paidós, Buenos Aires, 1966.
Adorno, T.W.; Frenkel Brunswick, E.; Levinson, D.J.; Sandford, R.N.: La personalidad autoritaria, Paidós, Buenos Aires, 1965.
Bobbio, N.: Diccionario de Política, Siglo XXI, México, 1997.
Collier, D.: El Nuevo Autoritarismo en América Latina, Fondo de Cultura Económica, México, 1985.
Huntington, S.: El Orden Político en las Sociedades en Cambio, Paidós, Buenos Aires, 1990.
Kool, V. K. Y Ray, J.J.: Authoritarianism Across Cultures, Himalaya Publishing House, 1983.
Kreml, W.P.: The Anti-Authoritarian Personality, Oxford, Pergamon Press, Oxford, 1977.
Linz, J.: “Totalitarian and authoritarian regimes” en F.I. Greenstein y N.W.Polsby (comps.), Handbook of political science, Reading, Addison-Wesley, vol.III, 1975.
Lipset, S.M.: El hombre político, Eudeba, Buenos Aires, 1960.
__________: “Algunos requisitos sociales de la democracia: desarrollo económico y legitimidad política” en G. Almond et. al., Diez textos básicos de Ciencia Política, Ariel, Barcelona, 1959.
O’Donnell, G.: Modernización y Autoritarismo, Paidós, México, 1982.
O’Donnell G. y Schmitter Ph.: Transiciones desde un Gobierno Autoritario, Paidós, Barcelona, 1994.
Sartori, G.: Teoría de la democracia, REI, Buenos Aires, 1987.
Stoppino, M.: “Autoritarismo” en N. Bobbio et.al., Diccionario de Política, Siglo XXI, México, 1997.


Rubén SÁNCHEZ DAVID

NOTAS

1 Sartori, G.: Teoría de la Democracia, Buenos Aires,, REI, 1988. P. 229.
2 Stoppino, M.: “Autoritarismo” en Bobbio N., et al., Diccionario de Política, México, Siglo XXI, 1997. P 125.
3 Kool, V.K., y Ray, J.J.: Authoritarianism Across Cultures, Himalaya Publishing House, 1983.
4 Adorno, T.W., et.al.: La Personalidad Autoritaria, Buenos Aires, Paidós, 1950.
5 Kreml, W.P.: The Anti-Authoritarian Personality, Oxford, Pergamon Press,1977.
6 Lipset, S.M.: El Hombre Político, Buenos Aires Eudeba, 1960.
7 Linz, J.: “Totalitarian and authoritarian regimes” en Greenstein F. I.. y Polsby N.W., (comps.) Handbook of Political Science, Reading, Addison.Wesley, vol. III, 1975.
8 Stoppino, M., op.cit., p.
9 Almond. G.A., y Powell G.B.: Política Comparada, Buenos Aires, Paidós, 1966.
10 Linz. J., op.cit.
11 Lipset, S.M.: “Algunos requisitos sociales de la democracia: desarrollo económico y legitimidad política”, en Almond G. et al. Diez Textos Básicos de Ciencia Política, Barcelona, Ariel, 1992.
12 Huntington, S.: El Orden Político en las Sociedades en Cambio, Buenos Aires, Paidós, 1990.
13 O’Donnell, G.: 1982, Modernización y Autoritarismo, México, Paidós, 1982.
14 Cardoso, F.H.: “Sobre la caracterización de los regímenes autoritarios en América Latina” en Collier D.: El Nuevo Autoritarismo en América Latina, Fondo de Cultura Económica, México, 1985.

viernes, 10 de agosto de 2007

Concepto de coyuntura

Historia, estructura y coyuntura. Una breve aproximación a los conceptos

Introducción
El panorama
A modo de conclusión
Bibliografía
INTRODUCCION

El presente trabajo pretende hacer una breve descripción de algunos conceptos como el de estructura y coyuntura que se dan en el estudio de la historia como ciencia, abrevando en los escritos de Braudel, Levi-Strauss, Foulcault, Althuser, entre otros.

Sin la pretensión, siquiera, de agotar el tema, se trata solo de una mirada particular de estos conceptos para, al final, decir unas breves palabras acerca de lo que el autor de este trabajo pretende de una ciencia como la historia.

EL PANORAMA

En el siglo XVIII, los historiadores desarrollaron amplios preceptos sobre la forma de hacer historia.

En ese momento, la historia era un complejo literario que se había armado sobre el universo conocido hasta entonces, lo cual implicaba solamente que los que tenían que escribir historia lo hicieran en una forma de exposición.

El Renacimiento había acentuado los modelos de la época clásica; y la historia era vista como una historia moral y filosófica que mostraba las verdades generales, es decir, una historia que "enseña".

Mas adelante, ya en el siglo XIX, la manera de hacer historia puso más énfasis en el problema de las fuentes y como usarlas para desarrollar un relato.

De esta forma, la historiografía romántica y la historiografía positivista ponian el acento en la realidad cotidiana, tratando de darle un sentido a la narración histórica.

Tanto en una como en la otra, el objetivo era reproducir, en el relato, el orden observado en la realidad.

En este sentido, operaba la necesidad de despojar a la composición histórica de todo vestigio de las fuentes. En todo caso, esto solo se admitía como una cita aclaratoria de alguna época distante.

En suma, el historiador aparecía como una especie de testigo presencial de los hechos.

Tras la Segunda Guerra Mundial, la historia basó su método en el estructuralismo, que prescindía del sujeto y reemplazaba la historia de los hombres por la historia de las estructuras económicas y sociales.

Claude Levi-Strauss quiso, en los 50, emprender la búsqueda de "la base inquebrantable de la sociedad humana". Según él, el estudio etnográfico "nos ayuda a construir un modelo teórico de la sociedad humana que no corresponde a ninguna realidad observable pero con la ayuda del cual lograremos desentrañar lo que hay de originario y de artificial en la naturaleza actual del hombre y a conocer bien un estado que no existe ya, que probablemente no existirá nunca y del cual es, sin embargo, necesario tener nociones precisas para juzgar adecuadamente nuestro estado presente". (C. L. Strauss: 351 y ss.)

Levi-Strauss conceptualizó su trabajo como una "antropología estructural", señalando la nueva orientación del estudio positivo de las ciencias del hombre. Según este pensador, la estructura de la historia donde mejor puede verse y discutirse la ideología estructuralista es en la relación entre estructura e historia.

Vilar, en su debate con Levi-Strauss, coincide y discrepa con este último en varios aspectos. Para Vilar, y en esto coinciden, la estructura es una realidad objetiva e inteligible.

Sin embargo, esto no es un descubrimiento de Levi-Strauss, puesto que es tomado por las demás ciencias para definir su objeto.

En realidad, al estructuralismo no le interesaba la génesis de los conceptos, la historia, sino el complejo de relaciones que, en un determinado momento, es posible descubrir. De ahí que se haya definido la estructura como entidad autónoma de dependencias internas.

Por razones diversas, Fernand Braudel y Louis Althusser han rechazado para la historia las nociones estructuralistas.

Althusser las asociaba con la concepción hegeliana de la historia según la cual "la estructura de la existencia histórica es tal que todos los elementos del todo coexisten siempre en el mismo tiempo, en el mismo presente y son contemporáneos los unos de los otros en el mismo presente". (L. Althusser y E. Balibar: 104 y ss.)

Braudel, en cambio, aclaraba que el oficio del historiador no podía quedar encerrado dentro de un estructuralismo para el cual la absoluta inmovilidad temporal era una condición necesaria.

En realidad, Braudel pretendía abrir un puente entre las diferentes ciencias sociales.

Con respecto al estructuralismo y a la sincronía planteados por Levi-Strauss, Braudel veía allí un problema debido a que el modelo de Levi-Strauss se enfocaba en la necesidad de ver las estructuras profundas que los cambios de coyuntura no podían ver.

Braudel, por su parte, quería hacer posible algo parecido a una reflexión estructuralista en historia pero sin renunciar a la noción de tiempo. Estaba de acuerdo en que podía superarse el hecho de una historia acontecimiental, apoyada en hechos únicos e irrepetibles.

Para esto, Braudel plantea un "tiempo largo" dentro de los límites de la cual ciertas estructuras profundas actúan pero no se mantienen inalterables. La fuente de esta percepción era similar a la de Levi-Strauss

El concepto de "tiempo largo" permite que los estudios de la etnología puedan ser usados por los estudios históricos.

Braudel plantea que la historia debe integrar la totalidad; y es en el contacto con las otras ciencias donde los niveles se integran en esa totalidad.

En Braudel, y en esto se diferencia de los estructuralistas, la estructura es una especie de encadenamiento descriptivo de los distintos hechos y niveles, poniéndolos en acción.

Este autor enfatiza las permanencias; y esto se manifiesta en la división de los tiempos entre tiempo largo, tiempo medio y tiempo corto.

No es que Braudel descomponga la totalidad; Pero sí lo hace con los tiempos.

El concepto de estructura se vincula, al mismo tiempo, con una estructura englobante (el tiempo largo), y una estructura media, inmersa en la anterior.

Vilar, en su critica a Braudel, plantea que la estructura no es algo fijo o invariante, sino que es un proceso con una lógica de funcionamiento, en el cual se pueden encontrar ciclos de decadencia y ciclos de renovación, todo en un constante cambio.

En realidad, coyuntura tras coyuntura, en el tiempo largo, se modifica la estructura.

La concepción de Braudel ha tenido también una respuesta de Foucault. Según el filósofo francés, al mismo tiempo que la historia se inclinaba por la larga duración y rechazaba la injerencia del acontecimiento puntual, en ciertas disciplinas específicas, como la historia de las ideas, de las ciencias, del pensamiento o de la literatura, la atención se dirigía hacia los fenómenos de ruptura y cambio. (M. Foucault: 12-13)

En La arqueología del saber, Foucault denomina "uso ideológico de la historia" a la historia continua o global.

Se trata de una función conservadora que asume a las continuidades como el fundamento de toda historicidad posible y que se resiste al uso manifiesto de las categorías de ruptura y cambio.

Foulcault acepta una filosofía de la historia fundada en una racionalidad de la teleología del devenir, en la relatividad del saber histórico y en la posibilidad de dotar de sentido a los acontecimientos; encuentra una historia del pensamiento sustentada en la praxis del sujeto.

De esta manera, estudia a la historia global. La describe como una historia que organiza los fenómenos alrededor de un centro, llámese significado, espíritu de una época o visión del mundo.

Por otro lado, Althusser propone una relectura de Marx con el objeto de encontrar un contenido que nadie había podido leer porque estaba implícito: la armadura, la estructura del pensamiento marxista.

Según Marx, existe una continuidad material de la historia: nacemos en un país, en una sociedad, en una clase o fracción de ella, en el seno de una familia, con ciertas costumbres, etc. Y esto produce al hombre. Estos existen en el seno de determinadas relaciones que los preexisten.

Sin embargo, estas relaciones han sido producidas por los hombres: los hombres, decía Marx, hacen su propia historia.

Esta acción de los hombres, realizando su propia historia, está mediada por un correlato mental, es decir, por la ideología dominante.

Ahora bien, Althusser, desde el estructuralismo de izquierda, y Levi-Strauss, desde el estructuralismo antropológico, han descalificando una y otra vez las ideas de gran parte de los autores que se presentan a sí mismos bajo el ropaje del estructuralismo.
Todos ellos consideran que su trabajo debe orientarse hacia el estudio de las estructuras.

Esta concepción implica el principio de la totalidad: según este principio, los elementos que conforman la vida social no tienen significación, ni mayor importancia, ni pueden entenderse separados los unos de los otros. No es posible, por ejemplo, comprender la economía de una sociedad si se investiga solo a esa sociedad. De igual modo, es imposible entender el modo de pensar de la gente, su vida política o el funcionamiento de sus formas de autoridad, sin referirlos a los otros aspectos de su vida social. Esta es la que algunos suelen llamar una visión holística de la sociedad.

Es decir, que la sociedad es un todo; por lo tanto, para poder comprenderla hay que concebirla en esa forma. No es posible estudiarla válidamente considerándola como una suma de pequeñas partes.

El lazo de unión entre todos los estructuralistas es, entonces, la concepción de que los elementos que constituyen la sociedad, o cada uno de sus sectores, se relacionan entre sí en formas determinadas que conforman modelos; por consiguiente, cuando se quiere explicar algo, la investigación no debe encaminarse hacia el estudio de sus componentes, sino a la manera como ellos se ligan entre sí, es decir, a la estructura, a los sistemas de relaciones entre esos elementos.

Para ello, algunos estructuralistas recogen conceptos ya existentes; por ejemplo, Althusser retoma el concepto de formación económico-social de Marx, para afirmar que la estructura básica de una sociedad es su formación social y que ésta es un sistema de relaciones entre los distintos elementos que la componen, tales como las relaciones de producción, las fuerzas productivas, etc.

Desde el punto de vista estructural, por ejemplo, lo importante de una silla no son la madera ni la tela ni el metal que la forman; lo que hace que sea una silla es el modo como esa madera, esa tela, ese metal se relacionan entre sí, se arman; con los mismos elementos se pueden armar muchas otras cosas diferentes y, sin embargo, los elementos siguen siendo los mismos, porque son comunes, generales; lo que cambia son sus relaciones, cambios que están sometidos a leyes de transformación también universales.

Igual ocurre con las sociedades; los aspectos que las componen son los mismos para todas ellas. Lo que distingue a una sociedad de otra, lo que diferencia períodos históricos en una misma sociedad, no son sus componentes, porque éstos son universales, sino el cómo se relacionan entre sí en un sistema. Los mismos elementos organizados de otra manera producen un resultado distinto.

Con el estructuralismo, la historia había ampliado su objeto: ya no era la historia de cada hecho, de cada dimensión, de cada hombre, sino que implicaba la reconstrucción de los grandes relieves del devenir de las sociedades. El objeto y el marco serian, entonces, las sociedades en movimiento.

El estructuralismo choca con las concepciones del individualismo metodológico (Popper, Von Hayek, Escuela de Viena), dominante en la ciencia económica, que concibe a los individuos como previos a las relaciones sociales, y como supuestos primeros y últimos de la actividad económica, política y social.

Luego, estaba el tema de la totalidad social, que planteaba la coexistencia de los hombres y de sus relaciones. Las relaciones existen previas al nacimiento de cada hombre. Sin embargo, esas relaciones no existen por fuera de la acción de todos los hombres, aunque preexisten a cada hombre y se le presentan como condiciones objetivas.

El análisis estructural tiene que ver con una realidad social estructurada. Era preciso descubrir ciertas regularidades determinantes de ese todo, que desde el punto de vista del devenir es lo más estable y permanente.

Sobre la base de descubrir esas regularidades, vendría la discusión acerca de la naturaleza de esa estructuración, que es la discusión sobre la naturaleza de esa sociedad.

El análisis histórico pone de manifiesto que toda estructura es un proceso, que tiene un devenir y un movimiento que hay que captar.

El concepto de invarianza y permanencia, propio del estructuralismo, generaba una visión del cambio o ruptura exógena a la estructura misma.

Si nos remitimos específicamente a la historia, es en la historia económica donde se usa más el concepto de estructura.

Cardoso afirma que "el concepto de estructura se da en historia económica, en oposición al concepto de coyuntura o movimiento. La estructura designa entonces, a la vez, las permanencias económicas y las proporciones que existen entre los fenómenos". (C.F.S. Cardoso y H. Pérez Brignoli: 49-50)

El concepto de estructura, dice Cardoso, "aparece vinculado a la toma de conciencia de los historiadores acerca de que el estudio de la evolución de las sociedades, demuestra la existencia de ciertos sectores y elementos de la realidad social, caracterizados por una estabilidad y una permanencia relativas y extremadamente variables". (C.F.S. Cardoso y H.Perez Brignoli: 50)

Para Cardoso, sin embargo, estructura y movimiento están vinculados. Los diferentes tipos de estructuras tienen aparejados diferentes tipos de coyunturas. Cuando estas últimas se acumulan, se producen los cambios estructurales.

En el proceso posterior al estructuralista, la historia realizó un giro de retorno al actor, al individuo, a la acción subjetiva. De esta manera, se descomponen las esferas que el estructuralismo mantenía unidas: la economía, la sociedad, la política, la cultura, etc.; es decir, existe una emancipación de las diversas historias: se habla de historia de las estructuras económicas, historia de los pensamientos, etc.

Procesos tales como el Mayo Francés en 1968 hicieron que se volviera nuevamente la vista al sujeto. De aquí en más, el postmodernismo se sumió en el subjetivismo. Era la época de los Anales.

En la primera etapa, los Anales buscaban reacomodar los fenómenos políticos en un todo más amplio. La influencia del estructuralismo en la etapa de los Anales, lleva a desplazar el análisis político, lo que implica, también, el desplazamiento del conflicto.

En los últimos tiempos, el uso de las fuentes y de los problemas que eso trae, han sido, de alguna manera, subsanado por los prestamos hechos por las otras ciencias sociales.

En este sentido, la historia actuaría como una ciencia auxiliar de dichas disciplinas.

Ahora bien, la historia es auxiliar de las otras ciencias solo en el sentido de reponer la dimensión histórica de las mismas, es decir, identificar la génesis y el devenir de los objetos que las otras ciencias estudian.

Las fuentes han pasado a ser una referencia indirecta de la realidad social, incapaz de ilustrar todos sus aspectos o de responder a todas las preguntas que podemos formular sobre ella. Por esto, cualquier inferencia sobre esa realidad no descansa en las fuentes mismas sino en la asociación entre las fuentes y una teoría, un modelo o una hipótesis explicativa. Las fuentes adquieren una significación sólo con respecto a una teoría y no constituyen piezas reveladoras en sí mismas o eslabones en un encadenamiento narrativo. Esto ha traído dos consecuencias: una, la ampliación del rango de las fuentes aprovechables; otra, la alteración de la escritura de la historia, que en vez de una coherencia narrativa exige ahora una coherencia analítica.

En los 90, predominaron, en las ciencias sociales, las concepciones posmodernas de la "historia en migajas", al decir de Dosse, las cuales surgieron a partir de la fragmentación estructuralista.

Esto implicaba una extrema subjetivización: la explicación por el imaginario, el paradigma; ya no el motivo individual de cada actor sino la acción de las ideas.

Sin embargo, ya no estamos a principios de los 90. Actualmente se ha manifestado que la economía tiene una historicidad en el sentido de su conflicto y su desarrollo. La crisis económica mundial ha puesto de manifiesto que la crisis es objetiva y que no existe fuera de la acción de los hombres.

Con la ampliación del objeto, la historia ha logrado utilizar con provecho el instrumental de otras ciencias: la economía, la sociología, etc.

A MODO DE CONCLUSION

Una visión personal

La caída del muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética configuraron el entorno de las publicaciones de Fukuyama y su supuesto "fin de la historia" que significaba el triunfo final del capitalismo a nivel planetario.

Esos hechos plantearon la necesidad de nuevas reflexiones acerca de la naturaleza de la investigación, la enseñanza y la divulgación de la historia.

En realidad, la historia bien entendida, a mi modo de ver, debería destacar destaca la relación sujeto-objeto, la amplitud de las fuentes, todo esto unido a una necesidad de interdisciplinariedad.

Es decir, se trata de concebir la subjetividades de los sujetos históricos, en un camino para llegar a la objetividad de la ciencia histórica.

Se hace cada vez más necesario el empleo de fuentes no gubernamentales, de la iconografía y de las fuentes orales.

Todo esto sin dejar de prestar atención a las imágenes y a las voces, además de la lectura de textos entre líneas.

Todo historiador actual debería recurrir a la historia de genero, a la historia oral, a la ecología y las fuentes de Internet.

Sin embargo, estas nuevas visiones no deberían estar desprovistas de ideas, hipótesis de investigación, explicaciones e interpretaciones. No existe una mirada desideologizada de las fuentes. Las hipótesis ayudarían, en este sentido, a construir las fuentes de la investigación.

Es más que obvio que esta propuesta solo es plausible en el marco del la integración de las ciencias sociales, las naturales y las nuevas tecnologías de información y divulgación.

De esta manera la biografía y la microhistoria, por ejemplo, se abordarían desde nuevas perspectivas capaces de ofrecer resultados interesantes y significativos para la historia regional, nacional y mundial, para el pasado, el presente y el futuro y para la economía y la política.

Retomando a Braudel, cualquier objeto de investigación debería ser estudiado dentro de una matriz en la que los niveles de la realidad se configuran en un movimiento temporal y espacial.

El conocimiento previo del objeto de estudio y la imaginación del historiador nutrirían las hipótesis que guiarían la investigación.

Es necesario rescatar las tradiciones del marxismo y de los Anales, en una apertura hacia lo nuevo, sin dejar de lado el compromiso social.

El auge estructuralista generaba una visión que despreciaba lo micro.

Por otro lado, la microhistoria, en las décadas del 80 y 90, suponía que cada hecho tenia su historia. De ahí el rechazo a descubrir una regularidad de la totalidad.

Estos estudios implicaban una vuelta al empirismo, desteorizando los hechos, es decir, un retorno a lo ahistórico.

Cuando estudiemos cada componente, debemos verlo, a la vez, como efecto de ciertas causas, como causa de ciertos efectos y como signo en relación a un todo, es decir, es preciso ver los procesos de génesis y sus consecuencias.

A veces se da en simultaneidad: una cosa es, al mismo tiempo, efecto de causas y causa de efectos simultáneamente operantes. A veces se dan en diacronía; de ahí la cronología, que permite estudiar ese mecanismo en su desarrollo. Las coyunturas, entonces, también son partes de procesos.

Debemos pararnos en la coyuntura para analizar, en su totalidad, los fenómenos de la estructura.

Entre la visión determinista del estructuralismo y la indeterminación de la fragmentación de la historia posmoderna, el punto es ver que la historia no está predeterminada pero que tampoco es indeterminada: no podemos decir qué va a ocurrir, pero tampoco ocurre cualquier cosa, sino que siempre ocurre algo en el marco de conflictos y tendencias condicionadas por ciertas posibilidades y limites que generan un set de opciones.

Resumiendo, se hace necesario situar el interés y el significado de los problemas de investigación histórica en un contexto de múltiple globalidad; esto es, reconociendo las subjetividades de los agentes históricos y de los historiadores y la ineludible interacción sujeto-objeto; integrando historia, ciencias sociales y humanidades; enfocándolas globalmente en el aspecto temático (economía, política, sociedad y cultura), en el aspecto espacial (local, regional, nacional y mundial) y en el aspecto temporal , integrando pasado, presente y futuro.

Recordando la historia total del estructuralismo, de lo que se trata es no abarcar todo sobre todo, sino de construir e imaginar una relación entre el objeto de estudio y los múltiples problemas de las sociedades actuales.

La idea del "fin de la historia" se esfumó en los campos de batalla del Golfo Pérsico, en la "limpieza étnica" de Bosnia-Herzegovina, y en las Torres Gemelas de Nueva York.

En realidad, habría que hablar de los fines de la historia: el historiador debe bucear en la impotencia del neoliberalismo que, al no satisfacer las más urgentes necesidades humanas, reduce a masas enteras de población a niveles impensados de indigencia.

Habría que reivindicar el papel del historiador en la reconstrucción de la sociedad y el poder, haciendo uso pleno de la función ética y educadora de la historia.

En síntesis, unir lo académico con la praxis, sacándose el lastre popperiano, para asumir el compromiso con las causas sociales y políticas vinculadas a la defensa de valores universales de educación y salud, justicia e igualdad.

BIBLIOGRAFIA

P.Vilar, Estructura y Coyuntura, en Introducción al Vocabulario del análisis histórico, pp. 51-105.

F. Dosse, La historia en migajas, Alfonso el Magnánimo, 1994. Los años Braudel y Una historia en migajas, pp. 101-203.

C. L. Strauss, Tristes tropiques, París, 1955

L. Althusser y E. Balibar, Para leer El Capital. México, 1974

M. Foucault, La arqueología del saber, Paris, 1969

C.F.S. Cardoso y H. Pérez Brignoli, Los métodos de la historia, Critica, Barcelona, 1976



Jorge S. Zappino

Licenciado en Ciencia Política (Universidad de Buenos Aires)

Magister en Historia Económica y de las Políticas Económicas (Universidad de Buenos Aires)

jorge_zappino@uolsinectis.com.ar

MESOGRAFÍA

ZAPPINO, Jorge. (años desconocido), “Historia, estructura y coyuntura. Una breve aproximación a los conceptos”, consultado el 10 de agosto del 2007 de
http://www.monografias.com/trabajos25/historia-coyuntura/historia-coyuntura.shtml

Autor desconocido (año desconocido). “Coyuntura”, consultado el 10 de agosto del 2007 de
www.lateinamerika-studien.at/content/wirtschaft/ipoesp/ipoesp-1799.html

RODRÍGUEZ U, Manuel Luis. (2006). “ESQUEMAS PARA EL ANALISIS POLITICO - Minuta de Clases N° 1 para el TALLER DE ANALISIS POLITICO”. Consultado el 10 de agosto del 2007 de
http://aulas.blogia.com/temas/taller-de-analisis-politico.php



TECNOLOGÍA

La versión 1992 del Diccionario de la Real Academia daba las siguientes acepciones de tecnología:

1. Conjunto de los conocimientos propios de un oficio mecánico o arte industrial. Esta acepción era incompleta porque hay tecnologías que no corresponden a oficios mecánicos, como las informáticas. Era ambigua porque sugería una inexistente relación entre tecnologías y artes. Era tautológica porque las que antiguamente se denominaban artes industriales hoy se denominan técnicas, concepto que en el habla cotidiana es sinónimo de tecnología.
2. Tratado de los términos técnicos. Esta acepción se refiere sólo a la terminología técnica, la parte verbalmente expresable de los saberes tecnológicos.
3. Lenguaje propio de una ciencia o de un arte. Esta acepción es similar a la anterior.
4. Conjunto de los instrumentos y procedimientos industriales de un determinado sector o producto. Esta acepción es sólo aplicable a las tecnologías industriales.

La versión 2006 del Diccionario de la Real Academia ha reemplazado la primera acepción por la siguiente:

1. Conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico. Esta acepción asimila la tecnología a ciencia aplicada o tecno-ciencia, lo que sólo es válido para algunas tecnologías, las basadas en saberes científicos.

En primera aproximación, una tecnología es el conjunto de saberes, destrezas y medios necesarios para llegar a un fin predeterminado. Esta definición es todavía insuficiente porque no permite diferenciarlas de las artes y las ciencias. Para eso hay que analizar las funciones y finalidades de las tecnologías.

Funciones de las tecnologías

Históricamente las tecnologías han sido usadas para satisfacer necesidades esenciales (alimentación, vestimenta, vivienda, protección personal, relación social, comprensión del mundo natural y social), para obtener placeres corporales y estéticos (deportes, música, hedonismo en todas sus formas) y como medios para satisfacer deseos (simbolización de estatus, fabricación de armas y toda la gama de medios artificiales usados para persuadir y dominar a las personas).

A pesar de lo que afirmaban los ludditas, y como el propio Marx señalara refiriéndose específicamente a las maquinarias industriales, las tecnologías no son ni buenas ni malas. Los juicios éticos no son aplicables a las tecnologías, sino al uso que hacemos de ellas: un arma puede usarse para matar a una persona y apropiarse de sus bienes o para salvar la vida matando un animal salvaje que quiere convertirnos en su merienda.

Diferencias entre tecnologías, técnicas, ciencias, y artes

Tanto en el habla cotidiana como en los tratados técnicos es difícil establecer una diferencia entre tecnologías y técnicas. Las tecnologías simples tienden a ser llamadas técnicas (por ejemplo, la técnica de colocación de clavos). Las tecnologías complejas usan muchas tecnologías preexistentes y más simples; es decir, hay una amplia gradación de complejidad en uno de cuyos extremos están las tecnologías más complejas, como las electrónicas y las médicas, y en el otro las técnicas, generalmente manuales y artesanales. Asimismo, las tecnologías tienden a ser más racionales y transmisibles con mayor precisión (generalmente a través de textos, gráficos, tablas y representaciones varias y complejas) que las técnicas, usualmente más empíricas que racionales.

Algunas de las tecnologías actuales más importantes, como la Electrónica, consisten en la aplicación práctica de las ciencias (en ese caso el Electromagnetismo y la Física del estado sólido). Sin embargo, no todas las tecnologías son ciencias aplicadas. Tecnologías como la Agricultura y la Ganadería precedieron a las ciencias biológicas en miles de años, y se desarrollaron de modo empírico, por ensayo y error (y por ello con lentitud y dificultad), sin necesidad de saberes científicos. La función central de las ciencias es descubrir la verdad, aunque no sea visible o vaya contra el "sentido común": describir y categorizar los fenómenos, explicarlos en base a leyes o principios lo más simples posibles y tal vez (no siempre) predecirlos.

Las artes, por su parte, requieren de técnicas para su realización (por ejemplo: preparación de pigmentos y su modo de aplicación en la pintura; fabricación de cinceles y martillos y modo de fundir el bronce o tallar el mármol, en la escultura). Una diferencia central es que las técnicas son transmisibles, es decir, pueden ser enseñadas por un maestro y aprendidas por un aprendiz. Las artes, al menos en su expresión más lograda, en general no lo son. Decimos que algo es "un arte" cuando su realización requiere dotes especiales que no podemos especificar con precisión.

Una diferencia importante entre artes, ciencias y tecnologías o técnicas, es su finalidad. La ciencia busca la verdad (buena correspondencia entre la realidad y las ideas que nos hacemos de ella). Las artes buscan el placer que da la expresión y evocación de los sentimientos humanos, la belleza de la formas, los sonidos y los conceptos; el placer intelectual. Las tecnologías son medios para satisfacer las necesidades y deseos humanos. Son funcionales, permiten resolver problemas prácticos y en el proceso de hacerlo, transforman el mundo que nos rodea haciéndolo más previsible, crecientemente artificial y provocando al mismo tiempo grandes consecuencias sociales y ambientales, en general no igualmente deseables para todos los afectados.

Las tecnologías no sólo tienen finalidades diferentes que las ciencias, también tienen métodos propios distintos del método científico, aunque la experimentación es común a ambas. Con relación a la realidad, se puede decir que las ciencias realizan el deseo de las personas de comprenderla, las artes su necesidad de disfrutarla mentalmente, mientras que las técnicas y las tecnologías se proponen transformarla.

Métodos de las tecnologías

Aunque la experimentación es común a ambas disciplinas, las tecnologías usan, en general, métodos diferentes del científico. Estos métodos difieren según se trate de tecnologías de producción artesanal o industrial de artefactos, de prestación de servicios, de realización u organización de tareas de cualquier tipo.
Un método común a todas las tecnologías de fabricación es el uso de herramientas e instrumentos para la construcción de artefactos.

Herramientas e instrumentos

Los principales medios para la fabricación de artefactos son la energía y la información. La energía permite dar a los materiales la forma, ubicación y composición que están descriptas por la información. Las primeras herramientas, como los martillos de piedra y las agujas de hueso, sólo facilitaban la aplicación de fuerza por las personas aplicando los principios de las máquinas simples; el fuego modificaba la composición de los alimentos para hacerlos más fácilmente digeribles. Las herramientas más elaboradas incorporaron la información en su funcionamiento, como las pinzas pelacables que permiten cortar la vaina a la profundidad apropiada para arrancarla con facilidad sin dañar el alma metálica. Los instrumentos, en cambio, permiten medir y registrar información.

Las máquinas herramientas son combinaciones complejas de varias herramientas gobernadas (actualmente mediante computadoras/ordenadores) por información obtenida por instrumentos también incorporados en ellas.

Fabricación de artefactos

Aunque con grandes variantes de detalle según el objeto, su principio de funcionamiento y los materiales usados en su construcción, las siguientes son etapas usuales en la concepción y fabricación de un artefacto novedoso:

Identificación del problema práctico a resolver: En esta etapa deben quedar bien acotados tanto las características intrínsecas del problema, como los factores externos que lo determinan o condicionan. El resultado debe expresarse como una función técnica cuya expresión mínima es la transición, llevada a cabo por el artefacto, de un estado inicial a un estado final. Por ejemplo, en la tecnología de desalinización del agua, el estado inicial es agua en su estado natural, el final es esa agua ya potabilizada, y el artefacto es un desalinizador indefinido. Una de las características críticas es la concentración de sal del agua, muy diferente en el agua oceánica que en mares interiores como el Mar Muerto. Los factores externos son, por ejemplo, las temperaturas máxima y mínima del agua en las diferentes estaciones y las fuentes de energía disponibles para la operación del desalinizador.

Establecimiento de los requisitos que debe cumplir la solución: Materiales admisibles; cantidad y calidad de mano de obra a usar y su disponibilidad; costos máximos de fabricación, operación y mantenimiento; duración mínima requerida del artefacto...

Principio de funcionamiento: Frecuentemente hay varias maneras diferentes de resolver un mismo problema, más o menos apropiados al entorno natural o social. En el caso de la desalinización, el procedimiento de congelación es especialmente apto para las regiones árticas, mientras que el de ósmosis inversa lo es para ciudades de regiones tropicales con amplia disponibilidad de energía eléctrica. La invención de un nuevo principio de funcionamiento es una de las características cruciales de la innovación tecnológica. La elección del principio de funcionamiento, sea ya conocido o especialmente inventado, es el requisito indispensable para la siguiente etapa, el diseño que precede a la construcción.

Diseño del artefacto: Mientras que en la fabricación artesanal lo usual es omitir esta etapa y pasar directamente a la etapa siguiente de construcción de un prototipo (método de ensayo y error), el diseño es requisito obligatorio de todos los procesos de fabricación industrial. Este diseño se efectúa típícamente usando saberes formalizados como los de alguna rama de la ingeniería, efectuando cálculos matemáticos, trazando planos de diverso tipo, eligiendo materiales de propiedades apropiadas o haciendo ensayos cuando se las desconoce, compatibilizando la forma de los materiales con la función a cumplir, descomponiendo el artefacto en partes que faciliten tanto el cumplimiento de la función como la fabricación y ensamblado...

Simulación o construcción de un prototipo: Si el costo de fabricación de un prototipo no es excesivamente alto (donde el tope sea probablemente el caso de un nuevo modelo de automóvil) su fabricación permite detectar y resolver problemas no previstos en la etapa de diseño. Cuando el costo no lo permite, caso del desarrollo de un nuevo tipo de avión, se usan complejos programas de simulación por ordenador/computadora, donde un ejemplo simple es la determinación de las características aerodinámicas usando un modelo a escala en un túnel de viento.

Fabricación: La Revolución Industrial produjo la gran transición de la fabricación artesanal a la industrial. Salvo algunos aspectos muy generales como la división del trabajo, la intercambiabilidad de partes y la producción en serie (características esenciales de la industria moderna), los detalles varían grandemente según el artefacto particular y no se discutirán aquí.

Hitos históricos

Artículo principal: Historia de la tecnología

Algunos hitos tecnológicos prehistóricos

Muchas tecnologías han sido inventadas de modo independiente en diferentes lugares y épocas; se cita a continuación sólo la más antigua invención conocida. Se ruega corregir y completar los datos consignados.

Armas y herramientas de piedra: Hechas de piedras toscamente fracturadas, fueron usadas por los primeros homínidos hace más de 1.000.000 de años en África. Las armas permitieron el auge de la caza de animales salvajes, ventajosa para la alimentación por su mayor contenido en proteínas. Las herramientas facilitaron el troceado de los animales, el trabajo del cuero, el hueso y la madera produciendo los primeros cambios sustanciales de la forma de vida.

Encendido de fuego: Aunque el fuego fue usado desde tiempos muy remotos, no hay evidencias de su encendido artificial, seguramente por fricción, hasta alrededor de 200.000 aC. El uso del fuego permitió: protegerse mejor de los animales salvajes, que invariablemente le temen; prolongar las horas de trabajo útil, con el consiguiente incremento de relación social; migrar a climas más fríos, usándolo como calefacción para las moradas; cocinar los alimentos, haciéndolos más fáciles de digerir y masticar. A esta última característica atribuyen algunos antropólogos la modificación de la forma de la mandíbula humana, menos prominente que la de los restantes primates.

Cestería: No se sabe con certeza cuando se inició, por ser un material de fácil descomposición. Se presume que fue anterior a la alfarería y la base de ésta cuando los canastos de fibras o varillas se recubrieron con arcilla para impermeabilizarlos. Las cestas fueron probablemente los primeros recipientes y medios de transporte de alimentos y otros objetos pequeños.

Alfarería: Alrededor del 8.000 aC (comienzos del Neolítico) en Europa. Los hornos de alfarero fueron la base de los posteriores hornos de fundición de metales, es decir, de la metalurgia.


Cultivo del trigo: Alrededor del 8.000 aC, en Eurasia. La gran productividad de la agricultura disminuyó el tiempo empleado en las tareas de alimentación y facilitó el almacenamiento de reservas, permitiendo un gran aumento de la población humana. Las prácticas agrícolas desalentaron el nomadismo, dando así origen a las ciudades, lugar donde se produjo la división social del trabajo y el consiguiente florecimiento de las tecnologías.

Metalurgia del cobre: Alrededor del 8.000 aC, en Asia Menor. El cobre fue, en casi todas partes, el primer metal obtenido a partir de sus minerales. Aunque es demasiado blando para hacer herramientas durables, su procesamiento dio las bases para el uso del bronce, primero, y del hierro, después.

Domesticación de cabras y ovejas: Alrededor del 7.000 aC en Anatolia y Persia. La tecnología de domesticación de animales permitió, por selección artificial, obtener las características más convenientes para el uso humano (carne, grasa, leche, fibras, cerdas, cuero, cornamentas, huesos...).

Tejidos de fibras animales y vegetales: Hechos con telares rudimentarios hace aproximadamente unos 5.000 años, en Anatolia, Palestina y Egipto. El enorme tiempo necesario para el hilado y tejido manual de fibras fue el gran problema que resolvió la Revolución Industrial con la invención de los telares mecánicos. La comodidad y aislación térmica que brindan las ropas tejidas permitió la migración de las poblaciones humanas a climas más fríos que los del África originaria de la especie. Los materiales difíciles de conseguir, como la seda, las elaboradas técnicas de teñido y de decoración de vestimentas, hicieron de éstas símbolos de estatus social. Este fue probablemente, junto con la disponibilidad de armas de metal, uno de los primeros usos simbólicos de las tecnologías (riqueza e indestructibilidad, respectivamente).

Escritura: Alrededor del 3.300 aC en Sumer, para llevar inventarios y controlar el pago de impuestos.

Con la invención de la escritura se inician el período histórico y los procesos sistemáticos de transmisión de información y de análisis racional de las tecnologías, procesos cuya muy posterior culminación sería el surgimiento de las ciencias.

Algunos hitos tecnológicos históricos

Domesticación del caballo: Alrededor del 3.000 aC, en las estepas del sur de Eurasia. Los primeros jinetes históricos, nombrados por Heródoto, son los escitas. La ampliación del radio de acción y de la capacidad de transporte, así como su eficacia como arma de guerra, produjeron enormes modificaciones sociales en las culturas que incorporaron el caballo (culturas ecuestres).

Fabricación del vidrio: Alrededor del 3.000 aC, en Egipto. A pesar de la sencillez de su fabricación fue inicialmente usado sólo para fabricar vajilla, en especial copas o vasos, y objetos para el culto religioso. Su uso en ventanas es muy posterior y fue hecho inicialmente sólo por los ricos.

Carro con dos ruedas: Alrededor del 3.000 aC, en India. Su uso como arma de guerra parece haber precedido en mucho al de medio de transporte.

Metalurgia del bronce: Alrededor del 3.000 aC en la Mesopotamia asiática. Esta dura aleación de cobre y estaño proporcionó las primeras armas y herramientas muy duras y poco frágiles.

Ábaco: Primera calculadora mecánica, inventado con el nombre suan-pan' en la corte del Emperador de China Hsi Ling-shi, alrededor del año 2650 aC. El invento, contemporáneo del primer libro conocido de aritmética, el Kieuo-chang, se atribuye al Primer Ministro Cheo'u-ly.

Metalurgia del hierro: Hay trabajos de forjado del hierro de meteoros, pero su primera obtención por fusión de minerales fue sistemáticamente hecho recién alrededor del 2.000 aC por los hititas. Las armas y herramientas de hierro tienen resistencia y duración muy superiores a las de piedra. Su seguramente accidental aleación con el carbono dio origen al acero, actualmente el material de construcción por excelencia.

Brújula: En el año 1160 se inventa en China, bajo el gobierno de los Príncipes Chou, el dispositivo fse-nan (indicador del Sur). Estaba seguramente basado en las propiedades magnéticas del imán natural o magnetita, material también familiar a los antiguos griegos. Fue el instrumento que permitió la navegación fuera de la vista de las costas, es decir, de altura.

Regla de cálculo: Año 1600, Escocia (Gran Bretaña). John Napier o Neper inventa reglillas calibradas de modo logarítmico para reducir las multiplicaciones y divisiones a sumas y restas. La regla de cálculo y el ábaco (que la precedió en varios siglos) fueron los primeros dispositivos mecánicos de cálculo numérico.

Telar automático: En 1725 el francés Basile Bouchon construye el primer telar donde se controlan los hilos de la urdimbre con cintas de papel perforadas, permitiendo repetir complejos diseños sin errores. En 1728, en Lyon, el tejedor de seda francés Falcon perfecciona el telar de Bouchon reemplazando las frágiles cintas de papel por tarjetas perforadas de cartón. El hábil ingeniero francés Jacques Vaucanson perfecciona poco después el dispositivo, pero es aún demasiado complejo para ser práctico. En 1807 el francés Joseph-Marie Jacquard construye un telar práctico totalmente automático. Nació así el primer dispositivo mecánico completamente programable, antecesor de las modernas computadoras/ordenadores.

Máquina de vapor: Entre 1765 y 1784 el ingeniero escocés James Watt perfeccionó la máquina de vapor inventada por Thomas Newcomen para el desagote de las minas de carbón. La potencia y eficiencia de sus máquinas permitieron su uso por George Stephenson para propulsar la primera locomotora de vapor. La máquina a vapor permitió la instalación de grandes telares mecánicos en lugares donde no se disponía de energía hidráulica; también disminuyó drásticamente los tiempos de navegación de los barcos movidos por ruedas de paletas y hélices.

Celuloide: En 1860 el químico estadounidense John Wesley Hyatt inventó el primer plástico artificial (la madera, el cuero y el caucho, por ejemplo, son plásticos naturales), un nitrato de celulosa denominado celuloide. A partir de ese momento se multiplicó la invención de materiales plásticos, los más usados hoy junto con los metales. La facilidad con que se les puede dar las formas, colores y texturas más variadas, los hace materiales irremplazable en la fabricación de artefactos de todo tipo.

Dínamo: Werner von Siemens pone a punto en 1867 (Alemania), el primer dispositivo capaz de generar industrialmente corrientes eléctricas (alternas) a partir de trabajo mecánico. La invención de las dínamos permitió la construcción de usinas eléctricas con la consiguiente generalización del uso de la electricidad como fuente de luz y potencia domiciliaria.


Economía y tecnologías

Las tecnologías, aunque no son objeto específico de estudio de la Economía, han sido a lo largo de toda la historia y son actualmente parte imprescindible de los procesos económicos, es decir, de la producción e intercambio de cualquier tipo de bienes y servicios. Desde el punto de vista de los productores de bienes y de los prestadores de servicios, las tecnologías son el medio indispensable para obtener renta. Desde el punto de vista de los consumidores, las tecnologías les permiten obtener mejores bienes y servicios, usualmente (pero no siempre) más baratos que los equivalentes del pasado. Desde el punto de vista de los trabajadores, las tecnologías disminuyen los puestos de trabajo al reemplazarlos crecientemente con máquinas. Estas complejas y conflictivas características de las tecnologías requieren estudios y diagnósticos, pero fundamentalmente soluciones políticas mediante la adecuada regulación de la distribución de las ganancias que generan.

Teoría económica

Schumpeter es uno de los pocos economistas que asignó a las tecnologías un rol central en los fenómenos económicos. En sus obras señala que los modelos clásicos de la economía no pueden explicar los ciclos periódicos de expansión y depresión, como los de Kondratiev, que son la regla más que la excepción. El origen de estos ciclos, según Schumpeter, es la aparición de innovaciones tecnológicas significativas (como la introducción de la iluminación eléctrica domiciliaria por Edison o la del automóvil económico por Ford) que generan una fase de expansión económica. La posterior saturación del mercado y la aparición de empresarios competidores cuando desaparece el monopolio temporario que da la innovación, conducen a la siguiente fase de depresión.

Industria

La producción de bienes requiere la recolección, fabricación o generación de todos sus insumos. La obtención de la materia prima inorgánica requiere las tecnologías mineras La materia prima orgánica (alimentos, fibras textiles...) requiere de tecnologías agrícolas y ganaderas. Para obtener los productos finales la materia prima debe ser procesada en instalaciones industriales de muy variado tamaño y tipo, donde se ponen en juego toda clase de tecnologías, incluida la imprescindible generación de energía. se puede decir que esto es

Servicios

Hasta los servicios personales requieren de las tecnologías para su buena prestación. Las ropas de trabajo, los útiles, los edificios donde se trabaja, los medios de comunicación y registro de información son productos tecnológicos. Servicios esenciales como la provisión de agua potable, instalaciones sanitarias, electricidad, eliminación de residuos, barrido y limpieza de calles, mantenimiento de carreteras, teléfonos, gas natural, radio, televisión... no podrían brindarse sin el uso intensivo de múltiples tecnologías.

Las tecnologías de las telecomunicaciones, en particular, han experimentado enormes progresos a partir de la instalación en órbita de los primeros satélites de comunicaciones, del aumento de velocidad, memoria y disminución de tamaño de las/los computadoras/ordenadores, de la miniaturización de circuitos electrónicos (circuitos integrados, de la invención de los teléfonos celulares.

Esto permite comunicaciones casi instantáneas entre dos puntos cualesquiera del planeta, pero la mayor parte de la población todavía no tiene acceso a ellas.

Comercio

El comercio, el medio principal de intercambio de mercancías (productos tecnológicos), no podría llevarse a cabo sin las tecnologías del transporte fluvial, marítimo, terrestre y aéreo. Estas tecnologías incluyen tanto los medios de transporte (barcos, automotores, aviones...), como también las vías de transporte y todas las instalaciones y servicios necesarios para su eficaz realización: puertos, grúas de carga y descarga, carreteras, puentes, aeródromos, radares, combustibles... El valor de los fletes, consecuencia directa de la eficiencia de las tecnologías de transporte usadas, ha sido desde tiempos remotos y sigue siendo hoy uno de los principales condicionantes del comercio.

Recursos naturales

Un país con grandes recursos naturales será pobre si no tiene las tecnologías necesarias para su ventajosa explotación, lo que requiere una enorme gama de tecnologías de infraestructura y servicios esenciales. Asimismo, un país con grandes recursos naturales bien explotados tendrá una población pobre si la distribución de ingresos no permite a ésta un acceso adecuado a las tecnologías imprescindibles para la satisfacción de sus necesidades básicas. En la actual economía capitalista, el único bien de cambio que tiene la mayoría de las personas para la adquisición de los productos y servicios necesarios para su supervivencia es su trabajo. La disponibilidad de trabajo, condicionada por las tecnologías, es hoy una necesidad humana esencial.

Trabajo

Uno de los instrumentos de que dispone la Economía para la detección de los puestos de trabajos eliminados o generados por las innovaciones tecnológicas es la matriz insumo-producto (en inglés, input-output desarrollada por el economista Wassily Leontief, cuyo uso por los gobiernos recién empieza a difundirse.[1] La tendencia histórica es la disminución de los puestos de trabajo en los sectores económicos primarios ( agricultura, ganadería, pesca, silvicultura) y secundarios (minería, industria, energía y construcción) y su aumento en los terciarios (transporte, comunicaciones, servicios, comercio, turismo, educación, finanzas, administración, sanidad). Esto plantea la necesidad de medidas rápidas de los gobiernos en reubicación de mano de obra, con la previa e indispensable capacitación.

Publicidad

La mayoría de los productos tecnológicos se hacen con fines de lucro y su publicidad es crucial para su exitosa comercialización. La publicidad -que usa recursos tecnológicos como la imprenta, la radio y la televisión- es el principal medio por el que los fabricantes de bienes y los proveedores de servicios dan a conocer sus productos a los consumidores potenciales.
Idealmente la función técnica de la publicidad es la descripción de las propiedades del producto, para que los interesados puedan conocer cuan bien satisfará sus necesidades prácticas y si su costo está o no a su alcance. Esta función práctica se pone claramente de manifiesto sólo en la publicidad de productos innovadores cuyas características es imprescindible dar a conocer para poder venderlos. Sin embargo, usualmente no se informa al usuario de la duración estimada de los artefactos o el tiempo de mantenimiento y los costos secundarios del uso de los servicios, factores cruciales para una elección racional entre alternativas similares.

Son particularmente engañosas las publicidades de sustancias que proporcionan alguna forma de placer, como los cigarrillos y el vino. En algunos países, el alto costo que causan en servicios de salud o de atención de accidentes, hizo que se obligara a advertir en sus envases los riesgos que acarrea su consumo. Sus abundantes publicidades, aunque lleven la advertencia en letra chica, nunca mencionan la función técnica de estos productos de cambiar la percepción de la realidad; centran en cambio sus mensajes en asociar su consumo con el placer, el éxito y el prestigio.

Funciones no técnicas de los productos tecnológicos

Después de un tiempo, las características novedosas de los productos tecnológicos son copiadas por otras marcas y dejan de ser un buen argumento de venta. Toman entonces gran importancia las creencias del consumidor sobre otras características independientes de su función principal, como las estéticas y simbólicas.
Función estética de los objetos tecnológicos
Más allá de la indispensable adecuación entre forma y función técnica, se busca la belleza a través de las formas, colores y texturas. Entre dos productos de iguales prestaciones técnicas y precios, cualquier usuario elegirá seguramente al que encuentre más bello. A veces, caso de las prendas de vestir, la belleza puede primar sobre las consideraciones prácticas.

Frecuentemente compramos ropa bonita aunque sepamos que sus ocultos detalles de confección no son óptimos, o que su duración será breve debido a los materiales usados. Las ropas son el rubro tecnólogico de máxima venta en el planeta porque son la cara que mostramos a las demás personas y condicionan la manera en que nos relacionamos con ellas.

Función simbólica de los objetos tecnológicos

Cuando la función principal de los objetos tecnológicos es la simbólica, no satisfacen las necesidades básicas de las personas y se convierten en medios para establecer estatus social y relaciones de poder.

Las joyas hechas de metales y piedras preciosas no impactan tanto por su belleza (muchas veces comparable al de una imitación barata) como por ser claros indicadores de la riqueza de sus dueños. Las ropas costosas de primera marca han sido tradicionalmente indicadores del estatus social de sus portadores. En la América colonial, por ejemplo, se castigaba con azotes al esclavo o liberto africano que usaba ropas españolas por pretender ser lo que no es.

El caso más destacado y frecuente de objetos tecnológicos fabricados por su función simbólica es el de los grandes edificios: catedrales, palacios, rascacielos gigantes. Están diseñados para empequeñecer a los que están en su interior (caso de los amplios atrios y altísimos techos de las catedrales), deslumbrar con exhibiciones de lujo (caso de los palacios), infundir asombro y humildad (caso de los grandes rascacielos). No es casual que los terroristas del 11 de septiembre de 2001 eligieran como blanco principal de sus ataques a las torres gemelas de Nueva York, sede de la Organización Mundial de Comercio y símbolo del principal centro del poderío económico estadounidense.

Medio ambiente y tecnologías

La principal finalidad de las tecnologías es transformar el entorno humano (natural y social), para adaptarlo mejor a las necesidades y deseos humanos.

En ese proceso se usan recursos naturales (terreno, aire, agua, materiales, fuentes de energía...) y personas que proveen la información, mano de obra y mercado para las actividades tecnológicas.

El principal ejemplo de transformación del medio ambiente natural son las ciudades, construcciones completamente artificiales por donde circulan productos naturales como aire y agua, que son contaminados durante su uso.

La tendencia, aparentemente irreversible, es la urbanización total del planeta.

Se estima que en el transcurso del siglo XXI la población de las ciudades superará, por primera vez en la historia, a la rural de la Tierra. Esto ya ha sucedido en el siglo XX para los países más industrializados.

En casi todos los países la cantidad de ciudades está en continuo crecimiento y la población de la gran mayoría de ellas está en continuo aumento. La razón es que las ciudades proveen mayor cantidad de servicios esenciales, puestos de trabajo, comercios, seguridad personal, diversiones y acceso a los servicios de salud y educación.

Además del creciente reemplazo de los ambientes naturales (cuya preservación en casos particularmente deseables ha obligado a la creación de parques y reservas naturales), la extracción de ellos de materiales o su contaminación por el uso humano, está generando problemas de difícil reversión. Cuando esta extracción o contaminación excede la capacidad natural de reposición o regeneración, las consecuencias pueden ser muy graves. Son ejemplos:

La deforestación.
La contaminación de los suelos, las aguas y la atmósfera.
El calentamiento global.
La reducción de la capa de ozono.
Las lluvias ácidas.
La extinción de especies animales y vegetales.
La desertificación por el uso de malas prácticas agrícolas y ganaderas.

Se pueden mitigar los efectos que las tecnologías producen sobre el medio ambiente estudiando los impactos ambientales que tendrá una obra antes de su ejecución, sea ésta la construcción de un caminito en la ladera de una montaña o la instalación de una gran fábrica de papel a la vera de un río. En muchos países estos estudios son obligatorios y deben tomarse recaudos para minimizar los impactos negativos (rara vez pueden eliminarse por completo) sobre el ambiente natural y maximizar (si existen) los impactos positivos (caso de obras para la prevención de aludes o inundaciones).

Para eliminar completamente los impactos ambientales negativos no debe tomarse de la naturaleza o incorporar a ella más de los que es capaz de reponer, o eliminar por sí misma. Por ejemplo, si se tala un árbol se debe plantar al menos uno; si se arrojan residuos orgánicos a un río, la cantidad no debe exceder su capación natural de degradación. Esto implica un costo adicional que debe ser provisto por la sociedad, transformando los que actualmente son costos externos de las actividades humanas (es decir, costos que no paga el causante, por ejemplo los industriales, sino otras personas) en costos internos de las actividades responsables del impacto negativo. De lo contrario se generan problemas que deberán ser resueltos por nuestros descendientes, con el grave riesgo de que en el transcurso del tiempo se transformen en problemas insolubles.

El concepto de desarrollo sustentable o sostenible tiene metas más modestas que el probablemente inalcanzable impacto ambiental nulo. Su expectativa es permitir satisfacer las necesidades básicas, no suntuarias, de las generaciones presentes sin afectar de manera irreversible la capacidad de las generaciones futuras de hacer lo propio. Además del uso moderado y racional de los recursos naturales, esto requiere el uso de tecnologías específicamente diseñadas para la conservación y protección del medio ambiente.

Ética y tecnologías

Cuando el lucro es la finalidad principal de las actividades tecnológicas, caso ampliamente mayoritario, el resultado inevitable es considerar a las personas como mercaderías.

Cuando hay seres vivos involucrados (animales de laboratorio y personas), caso de las tecnologías médicas, la experimentación tecnológica tiene restricciones éticas inexistentes para la materia inanimada.

Las consideraciones morales rara vez entran en juego para las tecnologías militares, y aunque existen acuerdos internacionales limitadores de las acciones admisibles para la guerra, como la Convención de Ginebra, estos acuerdos son frecuentemente violados por los países con argumentos de supervivencia y hasta de mera seguridad.

Tecnologías apropiadas

Se considera que una tecnología es apropiada cuando tiene efectos beneficiosos sobre las personas y el medio ambiente. Aunque el tema es hoy (y probablemente seguirá siéndolo por mucho tiempo) objeto de intenso debate, hay acuerdo bastante amplio sobre las principales características que una tecnología debe tener para ser social y ambientalmente apropiada[2]:

No causar daño previsible a las personas ni daño innecesario a las restantes formas de vida (animales y plantas).
No comprometer de modo irrecuperable el patrimonio natural de las futuras generaciones.
Mejorar las condiciones básicas de vida de todas las personas, independientemente de su poder adquisitivo.
No ser coercitiva y respetar los derechos y posibilidades de elección de sus usuarios voluntarios y de sus sujetos involuntarios.
No tener efectos generalizados irreversibles, aunque estos parezcan a primera vista ser beneficiosos o neutros.
La inversión de los gobiernos en tecnologías apropiadas debe priorizar de modo absoluto la satisfacción de las necesidades humanas básicas de alimentación, vestimenta, vivienda, salud, educación, seguridad personal, participación social, trabajo y transporte.

En algún sentido, se puede considerar que las tecnologías apropiadas son el opuesto a las tecnologías de punta, esto se deriva del hecho que para el desarrollo de tecnologías apropiadas se utilizan materiales y materias primas facilmente reperibles en el ambiente natural en el cual estas se aplican; y, en que para su realización se utilizan generalmente procesos de construcción artesnales. También desde los años 70 se suele hablar de "tecnologías intermedias", entendiendo que estas están entre las tecnologías apropiadas "puras" y las tecnologías de carácter industrial.

Ejemplos de tecnologías apropiadas

La letrina abonera seca, es un ejemplo de este tipo de tecnología para ambientes donde el agua subterránea está a poca profundidad, se dispone de poca agua limpia para el lavado y cierre hidráulico de la taza sanitaria o inodoro.

Ludismo

El ludismo o luddismo, denominado así por un no se sabe si real o imaginario personaje destructor de máquinas en la Inglaterra de la Revolución Industrial (Ned Ludd), es la ideología que atribuye a los dispositivos tecnológicos ser la causa de muchos males de la sociedad moderna. Los luditas consideran que las máquinas quitan puestos de trabajo a las personas, las alejan de la sana vida natural y destruyen el medio ambiente. Uno de los más notorios luditas contemporáneos fue Theodore John Kaczynski, el Unabomber, quien mató e hirió a muchos tecnólogos usando cartas bomba.

Los luditas no diferencian entre las tecnologías y las finalidades para las que son usadas, englobándolas a todas en la misma categoría. Consideran así, tal vez sin expresarlo verbalmente, que las tecnologías médicas, que salvan anualmente centenares de millones de vidas, no tienen diferencias esenciales con las tecnologías de la guerra, que matan a centenares de miles de personas en el mismo lapso. Este sincretismo elude u oscurece la necesaria discusión de la concordancia ética entre medios y fines que es la base de los imperativos categóricos kantianos.


Oficios técnicos y profesiones tecnológicas
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· Agricultor
· Agrimensor
· Agrónomo
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· Apicultor
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· Bioquímico
· Biotecnólogo
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· Químico
· Técnico
· Electricista
· Electrónico
· Gasista
· en Instalaciones Sanitarias
· Mecánico
· Químico
· Tipógrafo
· Tornero
· Veterinario
· Vidriero

Fuentes

T. S. Ashton, La Revolución Industrial: 1760-1830, Fondo de Cultura Económica, México, 1950.
Pierre Ducassé, Historia de las técnicas, Editorial Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires (Argentina), 1961.
V. Gordon Childe, Los orígenes de la civilización, Fondo de Cultura Económica, México, 1971.
T. K. Derry y Trevor I. Williams, Historia de la Tecnología, Siglo Veintiuno de España Editores, Madrid (España), 1977. Volumen 1: Desde la antigüedad hasta 1750; volúmenes 2 y 3: Desde 1750 hasta 1900.
Trevor I. Williams, Historia de la Tecnología. Desde 1900 hasta 1950, 2 volúmenes (4 y 5 de la serie), Siglo Veintiuno de España Editores, Madrid (España), 1982 y 1987.
Norman J. G. Pounds, La vida cotidiana: historia de la cultura material, Editorial Crítica, Barcelona (España), 1989.
Alvin Toffler, El shock del futuro.
Alvin Toffler, La tercera ola.
Crónica de la Técnica, Plaza & Janes Editores, Barcelona (España), 1989.
Carlos E. Solivérez, Ciencia, Técnica y Sociedad, Editado por Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Buenos Aires (Argentina), 1991.
Bruno Jacomy, Historia de las técnicas, Losada, Buenos Aires (Argentina), 1991.
Tomás Buch, Sistemas tecnológicos, Editorial Aique, Buenos Aires (Argentina), 1999.

Enlaces externos
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Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Tecnología.
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Tecnologías en Discovery Channel
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Tendencias Tecnológicas
Tecnologia y Sociedad
Noticias sobre tecnologías de la información
Viviendas apropiadas
Diccionario de tecnologías apropiadas

Referencias
1. Wassily Leontief ; Análisis económico input-output; Editorial Planeta-Agostini; Argentina-España-México; 1993.
2. Propuestas tecnológicas del Institute of Science in Society

Fuente: consultado el 10 de agosto del 207, de "http://es.wikipedia.org/wiki/Tecnología"